Complejidad y diversidad en prácticas contextualizadas de educación a distancia

Complejidad y diversidad en prácticas contextualizadas
de educación a distancia.
Publicado en libro y disco compacto oficiales del III Seminario Internacional de RUEDA “Acerca de la Distancia”, Córdoba, 1998.

Autora: Lic. Silvia Coicaud

ABSTRACT:COMPLEJIDAD Y DIVERSIDAD EN PRACTICAS
CONTEXTUALIZADAS DE EDUCACION A DISTANCIA.El acrecentamiento de la diversidad y potencialidad en los actuales medios masivos de comunicación es un hecho que impacta a los educadores de propuestas de estudio a distancia. Estos medios han posibilitado conformar o estrechar relaciones entre comunidades científicas localizadas en todo el mundo. Sin embargo, el acceso a estas nuevas tecnologías no es libre ni directo, y sabemos que existen franjas de grupos intelectuales conectados con otros profesionales a nivel internacional que encuentran serias dificultades para comunicarse con sus propios pares de la institución.

Desde una mirada prospectiva, los procesos de globalización e integración del conocimiento en los países latinoamericanos podrán realizarse a partir de tres escenarios posibles: un “escenario de mercado”, en el que las regiones tecnológicamente rezagadas no podrán incorporarse en las dinámicas del primer mundo, un “escenario de desarrollo alternativo”, que permitiría establecer puentes para acceder a la cultura de la modernidad, y un “escenario de la solidaridad”, en el cual se valorizan las características idiosincrásicas de cada región y la conformación de redes de intercambio.

Esta problemática no es ajena a la producción y distribución del conocimiento en educación a distancia. Desde un enfoque eficientista, explicaremos que la misma permite acceder a los focos culturales del mundo mediante paquetes multimediales estandarizados. Si en cambio entendemos que el conocimiento adquiere sentido cuando se sitúa socialmente en contextos sociales diversos, la educación a distancia no puede justificarse desde la mera transmisión de información. Sostenemos entonces que la educación a distancia constituye una práctica social potencialmente flexible para responder a múltiples demandas. Como educadores, nuestro compromiso consiste en generar las mejores condiciones para desarrollar un pensamiento crítico y creativo en los alumnos a través de procesos de enseñanza comprensiva.

-ESPACIOS RETICULADOS PARA LA FORMACION CIENTIFICA

Una característica ineludible de la educación a distancia en la década del noventa ha sido el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación. El acrecentamiento de la diversidad y potencialidad en los actuales medios masivos, es un hecho que impacta a los educadores de propuestas de estudio en esta modalidad, y este tema ha sido recurrentemente abordado en diferentes Congresos de Educación a Distancia realizados en todos los continentes. Sin embargo, debemos reconocer que la discusión acerca del valor educativo real que estas nuevas tecnologías aportan a propuestas de educación a distancia implementadas en contextos diversos, aún sigue abierta. No obstante este debate, los especialistas afirman que el tipo de organización instaurado por los actuales medios informáticos de comunicación oficiará de modelo para las nuevas formas sociales. Nicholas Negroponte (1997) observa que el ciberespacio es un reticulado flexible cuyo funcionamiento es más similar a un organismo biológico que a un artefacto inventado por el hombre. Internet, por ejemplo, es un medio que nadie maneja. No existen jerarquías de autoridad como en otros sistemas. El desafío consiste, por tanto, en conectar armónicamente la nueva individualización masiva de un mundo que tiende a conformarse por afinidades de comunidades físicas y digitales, observa este autor.

En este “futuro digitalizado” descripto por Negroponte, no podemos desconocer el papel que le cabe a la ciencia en su relación con la sociedad. Las actuales tecnologías de la informática han modificado esencialmente las formas de comunicación entre las comunidades científicas, posibilitando conformar y/o estrechar relaciones entre investigadores residentes en todo el mundo.

Tradicionalmente, la capacitación continua de los científicos se realizaba mediante modelos adquiridos a través de la educación sistemática y la literatura especializada. Un análisis crítico del papel que actualmente cumple la bibliografía académica nos afirma que los libros de texto constituyen un recurso valioso para la formación básica de los intelectuales, puesto que presentan los hallazgos científicos más importantes a través de un vocabulario y de un tipo de sintaxis convencionalmente aceptados por los grupos profesionales. No obstante, sabemos también que la lentitud en las cadenas de comercialización y las dificultades para la adquisición de algunos títulos, obstaculiza el trabajo de los intelectuales expertos, puesto que la necesidad de mantenerse actualizado es imperiosa en el mundo académico.

Los últimos progresos de los medios electrónicos de la comunicación no sustituyen la función de los libros en la formación básica y especializada de los científicos, pero es indudable que pueden complementarla, posibilitando el acceso a la información en el momento de su generación. Esto permite internarse en los procesos mismos de la producción de los conocimientos, conformando redes de intercambio para participar en el desarrollo de las ciencias. Sin embargo, el acceso a los medios más sofisticados de comunicación no es libre ni directo, y sabemos que existen franjas de grupos intelectuales conectados ampliamente con otros profesionales a nivel internacional que encuentran serias dificultades para comunicarse con sus propios pares de la institución en la que trabajan.

-SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO

Hoy podemos afirmar que el conocimiento, en todas sus áreas y manifestaciones, adquiere cada vez mayor relevancia en el mundo en que nos ha tocado vivir. Se describe a la sociedad actual como “sociedad del conocimiento”, ya que progresivamente se agudiza la necesidad de controlar y manejar los distintos campos científicos y tecnológicos.

Desde una mirada prospectiva, el continuo desarrollo-subdesarrollo podrá establecerse teniendo en cuenta el porcentaje de población que accede a las más altas manifestaciones del

conocimiento. Este fenómeno implica la coexistencia de tensiones, conflictos y tendencias opuestas en las sociedades del tercer milenio.

Carmen García Guadilla (1994) describe tres tipos de escenarios que permiten analizar los procesos de globalización e integración con respecto al papel del conocimiento en los países latinoamericanos. Al primero de ellos lo denomina “Escenario de Mercado”, puesto que el aspecto económico es el eje de organización de la sociedad. Para las regiones del mundo que no tienen un peso sustantivo en las plazas financieras rectoras de la economía mundial, este escenario resulta poco promisorio, ya que el retraso tecnológico acumulativo no permite a la mayor parte de las personas insertarse en la globalidad, salvo pequeñas fracciones de población. A la pobreza de recursos de estos países que los excluye de las dinámicas económicas mundiales, se suma la marginación de los mercados laborales, como consecuencia del rezago en materia de información y tecnología. La cultura en estas regiones se moderniza en forma homogénea, a través de la imposición de parámetros que no respetan las diversidades idiosincráticas de cada pueblo.

Al segundo Escenario, la autora lo llama “de Desarrollo Alternativo”. Aparecen aquí otras dimensiones, además de lo económico, rescatándose aspectos culturales, sociales y ambientales. Se valora la conservación del ambiente y el respeto por las culturas locales. Teniendo en cuenta el atraso científico y tecnológico de los países menos avanzados, y desde una postura crítica con respecto a la racionalidad tecnicista, se propone que estos países realicen saltos en los procesos de desarrollo de infraestructura para incorporar directamente las últimas tecnologías disponibles en el mercado.

El último Escenario es el “de la Solidaridad”. En este enfoque se critica ampliamente al paradigma del desarrollo impuesto desde posturas de sesgo etnocentrista. Si bien en este escenario no se ha avanzado demasiado en establecer propuestas efectivamente alternativas a los modelos homogéneos vigentes, cabe rescatar el énfasis puesto en la revalorización de los siguientes aspectos: la subjetividad social, que implica emprender acciones trabajando en forma continua y conjunta con el pueblo; la democracia, en todos los espacios de interacción social; diferentes actores sociales -la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales-; y las nuevas formas de producción de la verdad que rescatan elementos que han sido dejados de lado por la racionalidad científica.

Esta descripción de los posibles escenarios prospectivos para los países denominados del “Tercer Mundo” nos lleva a pensar acerca de la función que tiene el conocimiento en la sociedad. El conocimiento no es neutral. Sean cuales fueren los procesos de producción y de circulación de la información en cualquier lugar del mundo, siempre existirán profundas relaciones sociales de poder en los mismos. Esta estructura de poder opera a través de dos mecanismos: mediante la elaboración de discursos propulsores de una determinada imagen de la realidad, con capacidad para penetrar en todas las manifestaciones de la vida social y cultural; y mediante la difusión amplia y masiva de esta realidad construida discursivamente. Si pensamos, por ejemplo, en el tipo de información que la escuela básica ha transmitido desde el siglo pasado acerca de los grupos aborígenes de cada región del país, podremos confirmar esta dinámica del conocimiento utilizado como discurso poderoso para generar determinadas ideas acerca de la sociedad.

Estas luchas por la posesión y la distribución de los saberes develan que el conocimiento en la actualidad tiene valor económico, ya que puede usufructuarse como un producto altamente rentable. Las restricciones impuestas en Argentina sobre ventas de patentes en la industria farmacéutica, constituyen un claro ejemplo de este fenómeno.

A la pregunta famosa de Spencer: ¿Cuál es el conocimiento que tiene más valor?, Michael Apple (1996) le agrega otra aún más polémica: ¿De quién es el conocimiento que tiene más valor?. El autor atribuye esta posesión al surgimiento del neo-conservadurismo, pero también admite que la propiedad de los conocimientos oficialmente transmitidos, es consecuencia de continuas negociaciones entre sectores ideológicos diversos. Fruto de estas tensiones es la aparición de problemáticas concernientes a grupos minoritarios históricamente discriminados en los actuales libros de texto escolares. Sin embargo, si realizamos un estudio minucioso acerca de la manera en que estos temas están desarrollados en los libros, seguramente se evidenciará el tratamiento superficial, fragmentado o naturalizado de los mismos.

-EL DESAFIO DE ACERCARNOS A TRAVES DE LA EDUCACION A DISTANCIA.

Dentro de las variadas formas y modalidades de educación sistemática vigentes en el mundo, la educación a distancia es la que ofrece mejores condiciones de flexibilidad para hacer reales procesos de integración socio-cultural a escala planetaria. Esta manera de enseñar y aprender ha incorporado progresivamente tecnologías informáticas y comunicacionales, intentando a través de muchos de los proyectos que actualmente se están implementando, concretar el desafío planteado por Nicholas Negroponte: conformar un mundo que conecta armónicamente individualizaciones masivas. El ejemplo anteriormente citado acerca de la formación de punta de los científicos mediante la utilización de los medios de comunicación informatizados, permite vislumbrar la relevancia de las nuevas tecnologías en la generación de procesos educativos globales.

Sin embargo, si transferimos la pregunta de Michael Apple con respecto a quién es el “dueño” de los conocimientos que se transmiten al análisis de diferentes propuestas de estudio a distancia, seguramente daremos cuenta de las pujas, tensiones y acuerdos suscitados entre diversos espacios de poder. Si nos remitimos también a la descripción del papel del conocimiento en los diferentes escenarios posibles que realiza García Guadilla, será preciso discernir cuál es el enfoque teórico ideológico que subyace en cada uno de los proyectos, cuál es la concepción de enseñanza y de aprendizaje, a qué tipo de racionalidad responden, cuál es la idea de sociedad que se plasma en las propuestas educativas.

En la década del ochenta, cuando en varios países de América Latina se afianzó la educación a distancia a través de ofertas surgidas en instituciones diversas, se discutía acerca de la legitimidad de estas prácticas de enseñanza y aprendizaje, estableciendo comparaciones permanentes con la educación presencial. Actualmente no se pone en tela de juicio a la modalidad, puesto que son ya innumerables las acciones educativas implementadas en todo el mundo. La educación a distancia ha demostrado ser una forma de organizar propuestas de estudio sumamente flexibles, lo cual ha posibilitado el acceso a la educación a sectores diversos y tradicionalmente excluidos del sistema convencional. Lo que resulta preciso analizar, por tanto, no es la modalidad en sí misma sino los proyectos que se concretan en la realidad, considerando tanto la fundamentación teórica y los contenidos seleccionados como también la implementación de los mismos. Forma y contenido guardan una relación totalmente imbricada, puesto que desde la didáctica se considera que los conocimientos que seleccionan los docentes para generar procesos de aprendizaje en sus alumnos, no son neutrales con respecto al método que utilizan para enseñarlos. La pregunta que nos hacemos, entonces, es ¿cómo evaluamos la calidad en las propuestas de educación a distancia? Entendemos que la calidad no está condicionada por la mayor o menor sofisticación tecnológica que se use. Tampoco queda relegada a los contenidos que se enseñan, ya que la excelencia de los mismos es una condición necesaria pero no suficiente para lograr procesos de aprendizaje significativos.

Sabemos que hoy en día, la educación a distancia en algunos países está atravesando por nuevas dimensiones a partir de los cambios que posibilitan las últimas innovaciones tecnológicas. Las superautopistas electrónicas que funcionan con fibra óptica permiten transmitir realidad virtual con alta fidelidad. Este acceso a redes de telecomunicaciones de banda ancha, hace posible unificar las conferencias de audio, gráficas y de video en teleconferencias sincrónicas interactivas a través de sistemas informáticos que progresivamente utilizarán la realidad virtual en forma sistemática para generar procesos de enseñanza y aprendizaje.

El fenómeno producido por Internet sirve para ejemplificar las potencialidades de una red telemática a escala mundial en materia de educación y cultura. Internet permite acceder a informaciones y productos variadísimos. Además, los niveles de comunicación que se pueden establecer con usuarios de todos los continentes, convierten a Internet en un servicio altamente promisorio para el desarrollo de la educación a distancia. Sin embargo, el alcance que estos avances tecnológicos tendrá para el mejoramiento de la educación de todas las personas, puede ser analizado a partir de diferentes perspectivas.

Desde una mirada optimista, estos cambios se orientan a crear una “aldea global” que funcionará como una sociedad de la información. Los servicios educativos se organizarán en sistemas unificados a través de redes electrónicas internacionales. Las futuras clases informáticas permitirán que las personas se reúnan virtualmente a partir de intereses y expectativas comunes, y no sólo por el hecho de vivir en un mismo territorio geográfico. La formación profesional responderá a criterios estandarizados, y los mercados laborales ofrecerán empleo a personas residentes en cualquier lugar del mundo. “Los pueblos remotos de los países en vías de desarrollo ya no tendrán que esperar por el lento crecimiento de las telecomunicaciones convencionales nacionales ni por los sistemas que no pueden ir al ritmo de la expansión de la población”, opinan Tiffin y Rajasingham (1).

Desde otra perspectiva, en cambio, consideramos que el incremento en cantidad y calidad de las tecnologías utilizadas para la comunicación no asegura un aumento proporcional en la igualdad de oportunidades de acceso a propuestas educativas de excelencia. Los autores antes citados explican que, así como el servicio eléctrico se desarrolló en primera instancia para proporcionar luz eléctrica y luego se convirtió en una fuente universal de energía para múltiples objetos, constituyendo un factor de progreso y civilización; las telecomunicaciones, que se pusieron en marcha originariamente para proporcionar servicios telefónicos y telegráficos, han cubierto luego otras necesidades de información.

Resulta interesante esta analogía con respecto a los servicios de electricidad y los servicios de información, porque nos permite analizar la problemática que se genera en torno a la producción y distribución del conocimiento. La carencia de instalaciones eléctricas en determinados sectores de la sociedad origina como consecuencia bajas condiciones en la calidad de vida de la gente. No obstante, esta situación puede ser revertida en plazos relativamente breves en la medida en que existan políticas sociales adecuadas. Sin embargo, la falta de acceso a servicios públicos de información genera inequidades sociales difíciles de revertir, puesto que la brecha entre quienes poseen y utilizan los conocimientos y quienes quedan marginados de esta posibilidad, se acentúa progresivamente con el transcurso del tiempo. Esto nos remite al Escenario de Mercado descripto por García Guadilla, en el cual los países no avanzados quedan fuera del sistema global, tanto por su pobreza como por su atraso cultural.

Una consecuencia del actual fenómeno de globalización en la educación, ha sido la implementación de proyectos de educación a distancia a escala industrial, desde alguna institución educativa hacia cualquier punto del planeta. Estos proyectos se caracterizan por estar fuertemente centralizados y por utilizar variadas tecnologías que permiten llegar a lugares remotos. Predominan en las organizaciones propulsoras de este tipo de ofertas educativas, criterios netamente economicistas, ya que las mismas se administran bajo los cánones de un “mercado del conocimiento”. La educación a distancia aparece como una modalidad lucrativa que se diferencia de la presencial en que permite atraer a un número de clientes considerablemente mayor. Esta dinámica de compra-venta de paquetes pedagógicos industrializados a través de tecnologías apropiadas, conlleva a lo que Darcy Ribeiro (1982) denomina “modernización refleja”: la homogeneización cultural transferida en forma impositiva por determinados países o regiones.

Esta problemática nos lleva a analizar el papel de la educación a distancia frente a la diversidad que entraña todo proceso educativo. Silvia Duschatzky (1996) explica que para comprender la diversidad hay que renunciar a la irreductibilidad de un sólo mapa cognitivo que unifica historias y experiencias, ya que no existe una representación privilegiada de la realidad. Implica “…movimiento y multiplicidad, por lo cual se anula cualquier lógica que intente reducir todo a lo mismo, al discurso supuestamente transparente del conocimiento racional o al de la historia considerada como un movimiento siempre hacia lo mejor. En cambio, se entra en un estado de hibridación, en el que ninguna narrativa ni autoridad, llámese nación, clase social, etnia, ciencia, puede arrogarse la representación de la verdad o la significación acabada. Este estado de hibridación es el de los mestizajes, el de las mezclas, el de los atravesamientos múltiples y es producto del rechazo a todo fundamentalismo…” (2), dice esta autora.

La educación a distancia surge históricamente y se consolida como una modalidad que posibilita a muchos sectores relegados de la población, estudiar en forma sistemática. Sin embargo, pluralidad no es lo mismo que pluralismo, observa Duschatzky. Una propuesta pluralista de educación a distancia es aquella que atiende, valora y se inscribe en la diversidad, reconociendo los múltiples modos en que cada cultura atribuye significados y resuelve sus problemas.

Esto no quiere decir que desconozcamos los procesos generadores del desarrollo científico en sus más altas manifestaciones, o que nos encerremos en posturas etnocentristas contestatarias. Se trata, en cambio, de construir proyectos educativos desde la alteridad.

Neil Mercer (1997) afirma que la esencia de la comprensión y el conocimiento es que se comparten. Cada generación de cada sociedad construye encima de los cimientos culturales de las generaciones anteriores, y los nuevos descubrimientos existen sólo cuando son comunicados. El lenguaje es la forma social del pensamiento, y para analizar su función en la educación es preciso considerar los conceptos de contexto y continuidad que aporta este autor. El contexto va más allá de aquellas cosas que están alrededor de una conversación, abarcando aspectos metalingüísticos que contribuyen a la comprensión de la misma; y la continuidad hace referencia a la consolidación en el tiempo de los procesos que son necesarios para que se produzca una conversación, con avances y retrocesos, argumentos y contraargumentos.

La actual explosión mediática que influye sobre todos los procesos culturales, nos remite a reflexionar acerca del contrato fundacional de la educación a distancia como una modalidad que amplía las opciones para estudiar y garantiza la organización institucional de las mismas. Como educadores comprometidos con el propósito democrático de brindar a la gente igualdad de oportunidades para aprender derribando distancias físicas, psicológicas y sociales, debemos defender del carácter público del conocimiento. Esto también implica asumir su provisionalidad, considerándolo como un proceso en constante devenir sujeto a condicionantes histórico-sociales, políticos y económicos. Posicionándonos prospectivamente en un escenario social solidario y equitativo, entendemos que la educación a distancia debe optimizar la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para abrir puertas de acceso a las últimas realizaciones en los diversos campos culturales. Creemos que los mejores avances mediáticos producidos deben destinarse a tender puentes, para que los sectores rezagados de la población puedan incorporarse a los mundos actuales del desarrollo. Para ello será necesario que los educadores reconozcamos la complejidad de las prácticas educativas a distancia. Implica inscribir nuestros proyectos en marcos teórico-ideológicos que respeten la diversidad de los contextos culturales y asuman el desafío de la construcción conjunta del conocimiento.

CITAS BIBLIOGRAFICAS:

(1) Tiffin J. y Rajasingham L., En busca de la clase virtual. La educación en la sociedad de la información, Paidós, Buenos Aires, 1997, pág. 220.

(2) Duschatzky S., “De la diversidad en la escuela a la escuela de la diversidad”, en Revista Propuesta Educativa, Año 7 N° 15,FLACSO, Buenos Aires, 1996.

BIBLIOGRAFIA DE CONSULTA

-Apple, Michael, El conocimiento oficial, Paidós, Buenos Aires, 1996

-Coicaud, Silvia., “The multidimensionality of Distance Educational Projects in Areas of Development”, The 18th ICDE World Conference: The New Learning Environment, PennState, USA, 1997

-Duschatzky, S., “De la diversidad en la escuela a la escuela de la diversidad”, en Revista Propuesta Educativa, Año 7 N° 15, FLACSO, Buenos Aires, 1996

-García Guadilla, C., “Globalización, Integración Latinoamericana y Papel del Conocimiento en tres tipos de escenarios”, en: Gitahy L. (comp),
Reestructuración Productiva, Trabajo y Educación en América Latina, CIID, CNEP, UNESCO, OREALC, Caracas, 1994

-Litwin, E., Enseñanza e Innovaciones en las aulas para el nuevo siglo, El Ateneo, Buenos Aires, 1997
Tecnología Educativa, Paidós, Buenos Aires, 1995

-Mercer N., La construcción guiada del conocimiento, Paidós, Buenos Aires, 1997

-Negroponte, N., “Futuro con forma digital”, en Diario Clarín, Buenos Aires, Diciembre de 1997

-Ribeiro D., La Universidad Necesaria, Nuestra América, UNAM, México, 1982

-Tiffin J., y Rajasingham L., En busca de la clase virtual, Paidós, Buenos Aires, 1997.

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